LA TRISTE SUERTE DE LA UFOLOGÍA
(por Gabriel Wüldenmar Ortiz)
El estudio del
fenómeno OVNI parecía un campo prometedor, como el estudio de cualquier
anomalía, que siempre constituye una frontera de la ciencia y, por tanto, una
zona de crecimiento natural para la misma. Astrónomos, estadísticos, físicos,
meteorólogos, militares, psicólogos, sociólogos, etc. se daban cita para tratar
de desentrañar un fenómeno en el que, básicamente, personas creíbles tenían
experiencias increíbles.
Desgraciadamente, a partir de las décadas de 1980-1990, el fenómeno fue gradualmente quedando en manos de charlatanes, mercachifles, sectarios y especuladores. Siempre los hubo, pero eran los menos y objeto de desconfianza y sorna, pero con la generalización de Internet, esta situación ha ido empeorando. Hoy en día, con tanto oportunista y advenedizo haciendo videos absurdos y especulativos en Internet, la ufología se ha convertido en una comedia grotesca. No es que los investigadores serios y metódicos no existan (muy minoritarios), pero, sin duda, han perdido protagonismo e iniciativa en una ufología (estudio del fenómeno OVNI) que se ha convertido en ufolatría (culto a los nuevos dioses aliens). Usar la cabeza y evaluar datos es mucho más complicado y menos excitante y rentable que dedicarse a contar historietas para legiones de rentables crédulos con buenas tragaderas en videos de Youtube... Esa es la triste suerte de la ufología actual.
Desgraciadamente, a partir de las décadas de 1980-1990, el fenómeno fue gradualmente quedando en manos de charlatanes, mercachifles, sectarios y especuladores. Siempre los hubo, pero eran los menos y objeto de desconfianza y sorna, pero con la generalización de Internet, esta situación ha ido empeorando. Hoy en día, con tanto oportunista y advenedizo haciendo videos absurdos y especulativos en Internet, la ufología se ha convertido en una comedia grotesca. No es que los investigadores serios y metódicos no existan (muy minoritarios), pero, sin duda, han perdido protagonismo e iniciativa en una ufología (estudio del fenómeno OVNI) que se ha convertido en ufolatría (culto a los nuevos dioses aliens). Usar la cabeza y evaluar datos es mucho más complicado y menos excitante y rentable que dedicarse a contar historietas para legiones de rentables crédulos con buenas tragaderas en videos de Youtube... Esa es la triste suerte de la ufología actual.
Todo el mundo
tiene derecho a expresar sus opiniones, a narrar sus supuestas experiencias, pero
merece estar bajo la mirada severa de la crítica aquel que se dedica a vender
humo y medrar con ello sin fundamento alguno, una conducta que no me siento
inclinado a tratar con eufemismos. Ciertamente, la experiencia es la madre de
la ciencia, pero se trata de una experiencia pautada, sistemática y verificable,
no de admitir cualquier ocurrencia como válida. Yo podría contar mis
experiencias con los ovnis porque sé que son reales, pero como no puedo
demostrarlas y nadie tiene por qué creer en mi sin conocerme de nada, prefiero guardarlas
para mí y mis íntimos, y hablar de las experiencias que cuentan con evidencia
verificable (filmaciones, fotografías, registros de radar o de sonar, huellas,
análisis químicos, efectos electromagnéticos o electromecánicos, fuentes
altamente fiables, informes oficiales, etc.). Esta evidencia me sugiere que el
fenómeno ovni es real, que es físico - tecnológico, y que probablemente es de
origen extraterrestre (sí, ya sé que no es la moda). Puedo analizar también el
fenómeno desde el punto de vista sociológico, psicológico, antropológico
transcultural, etc. Pero más allá de lo dicho, sólo hay especulación, ilusión,
charlatanería y negocio.
El estudio
sistemático de cualquier fenómeno es racional. Si renunciamos a eso en el tema
ovni, la ufología muere para dar paso a la ufolatría, en la que los seres que
están detrás del fenómeno OVNI adoptan categorías de nuevos dioses en un mundo
desacralizado, pues son omnipresentes, omniscientes y omnipotentes, creadores
nuestros (e incluso de la vida), salvadores y dueños de nuestra existencia, de
nuestra mente, de nuestro destino, sanadores milagrosos, providencia que nos
acompaña y observa, objeto de nuestras meditaciones, inspiradores de nuestras
ideas, autores de nuestros logros, maestros de todo conocimiento, divinidades y
demonios de nuestra historia en todos los pueblos, etc. Si esto no es convertir
la ufología en una religión (ufolatría), no sé qué otra cosa pueda ser.
Y a eso, la
verdad, no estoy dispuesto. No quiero una ufología que admite como pura verdad
cualquier delirio individual, cualquier historia bizarra, cualquier afirmación
de gurúes e iluminados, que extiende la superstición, que aleja a cualquier
persona con sentido racional y crítico. Quiero una ufología que una persona
científica y sensata pueda estudiar sin sentir vergüenza de decir: soy ufólogo
(además de físico, astrónomo, matemático, psicólogo…).
Otra cosa es que
se pueda filosofar en ufología, pero siempre en base a las evidencias y a
argumentos lógicos y desde la probabilidad, no desde la afirmación rotunda. Por
ejemplo, se me ocurre que no es probable que nuestros distintos visitantes sean
malos conscientemente en el sentido humano: crueles, egoístas, violentos. No es
probable porque:
1)
Probablemente, civilizaciones que son capaces de manejar la energía y la
tecnología al gran nivel que se requiere para visitarnos a estas distancias y
para mostrar las prestaciones que revelan estos objetos, ya se habrían
autodestruido (en una guerra o asolando su mundo) si poseyeran una mentalidad
agresiva, codiciosa, egoísta, cruel, basada en la competición sin cuartel en
vez de en la cooperación. Podría existir así un filtro que eliminase a
civilizaciones hostiles: mucho poder en manos no éticas ni cooperativas
llevaría a la destrucción.
2) Esa evidente
superioridad tecnológica que exhiben les habría permitido aniquilarnos o
someternos hace siglos o milenios (pues está claro que nos visitan hace mucho),
y no ha sido así.
3) El análisis
detallado de la casuística OVNI nos permite concluir que el fenómeno es
masivamente pacífico, inocuo, no agresivo hacia el hombre. En el 97% de los
casos la interacción no es dañina para nosotros, y si analizamos el 3%
restante, en la casi totalidad en que hay personas lesionadas, fuimos nosotros,
los terrestres los que agredimos primero.
Lo que no quiere
decir que todos sean buenos en el sentido que entendemos nosotros (y menos
mesiánicos-angélicos como los presentan los contactados). Los hay, si nos
centramos en las abducciones, que muestran comportamientos lesivos para el ser
humano. Pero estos comportamientos no parecen basarse en una maldad moral sino
en una mezcla homogénea de tres factores:
a) Dificultad
para entender sentimientos y emociones por parte de los abductores.
b) Un sentido
utilitario como el que desarrollamos con los animales, a los que les hacemos
"lo que tenemos que hacer" para un fin determinado sin la intención
de hacerles daño porque seamos crueles o malvados o sádicos.
c) Ausencia de
individualidad personal; se trata de seres que parecen obedecer a una mente
colectiva, una mente-colmena, lo que lleva al punto "a".
Para saber más: http://lacasadelasabiduria.com/obras.php
La Ufologia como acumulación de datos y de experiencias efectivamente se ha ido perdiendo en un marasmo de intrigas y de especulaciones banales totalmente gratuitas que finalmente han desembocado, gracias a ese monstruo en parte que es YOUTUBE, desde hace aproximadamente una década. Recuperar una investigación seria SOLO ES YA POSIBLE a nivel individual.
ResponderEliminarAun no siendo ese mi campo, me ha obligado a ECHAR DE MENOS AQUELLOS DEBATES DONDE SIEMPRE ASISTÍA ALGÚN CIENTÍFICO AGNÓSTICO que al menos imponía cordura entre tanta demencia y relato fantasmagórico.
J. R. Valle
Ufólogo de la Corriente Generalista entre 1989 y 2010.
Desde 2010 Ufóogo cristiano.
Titulado en Investigación Criminal (formación universitaria de tipo complementario)
Técnico en Sistemas Microinformáticos.
Técnico Intermedio en Prevención de Riesgos Laborales.
Titulado en Protección N.B.Q.
Es que ahora todo es FENOMENOLOGIA y no hay nada de Espiritualidad
ResponderEliminarInteresante
ResponderEliminarHola Gabriel. En el punto 1 das en el clavo: las civilizaciones tecnológicas estables son altruistas. Tal vez le quitaría el "probablemente" que escribiste al iniciar. Existe una relación entre el tamaño de la tecnología que una especie puede desarrollar y el comportamiento que es capaz de presentar. Allí hay una poda selectiva. Si miramos el cielo con un telescopio grandote solo veremos civilizaciones altruistas porque las egoístas ya se extinguieron o todavía no nacieron.
ResponderEliminarLo que hace que una especie atraviese el filtro es su genética. El altruismo requiere de una genética para funcionar durante mucho tiempo.
Saludos.