¿CÓMO ENTENDER LA BIBLIA? (I)
Por Gabriel Wüldenmar Ortiz (fragmento de
mi obra “La Incansable llamada de Dios. La Revelación Universal. Origen y
presencia del concepto de Dios”).
En todo momento debemos tener presente que la inspiración procedente de Dios se percibe muchas veces como un sentimiento inefable de Él, que pierde mucho al ser expresado en palabras y que no anula bruscamente los sesgos culturales ni los aprendizajes previos de las personas. Sentir a Dios no garantiza expresarlo siempre correctamente, coma a coma, y menos cuando esa experiencia pasa por el filtro de la teología, la educación y la cultura de una determinada sociedad y época.
Así, la Biblia no puede ser considerada un conocimiento infalible comunicado directamente por Dios, sino la crónica humana de unos acontecimientos en que se puede ver la Revelación de Dios a través de la experiencia de un pueblo. Aunque pueda leerse como un tesoro de profundas intuiciones y enseñanzas religiosas, la Biblia tiene también un carácter humano, es el testimonio humano (con todos sus defectos) de la Revelación (con toda su elevación). No es por sí misma revelación, sino un texto humano (y por tanto falible) que da fe de acontecimientos revelatorios y de otros que no lo son, junto con sus diversas interpretaciones, simbolizaciones y especulaciones culturales (a menudo erradas).
Dios no se revela a través de la letra de un libro inerrante, sino del espíritu (muchas veces velado con un simbolismo profundo) que emana de la experiencia vital del pueblo de Israel y los profetas. De hecho, la interpretación literal de la Biblia data del inicio del fundamentalismo a comienzos del s XX, y constituye lo novedoso, frente a la tradición antigua y medieval que reconocía la existencia en ella de diferentes formas literarias y niveles de verdad, e interpretaba alegórica o figurativamente muchos pasajes. En esta línea continuaron los reformadores protestantes.
Esa actitud es la adecuada, porque en ninguna parte se pretende que la Biblia haya sido DICTADA por Dios letra a letra, sino INSPIRADA por Él. Esto implica que no se elimina el factor humano, psicológico, social, cultural (Dios nos ha dado nuestra libertad y la respeta). En la Teoría de la Comunicación se nos enseña que todo mensaje tiene dos partes: el "ruido" (las interferencias, perturbaciones, etc.) y la "señal" (el contenido significativo del mensaje). Como toda forma de comunicación (y la Revelación lo es), en la Biblia se mantienen ambos factores.
En todo lo humano que vehiculiza a lo Divino existen también interferencias, hay que distinguir el ruido inservible de la señal útil; esto ocurre con todos los libros espirituales, y la Biblia, como fruto de la acción humana, no es una excepción. Las miserias morales, los nacionalismos culturales, la parcialidad, la injusticia, la ignorancia, el error, etc. de los hombres están presentes en ella junto con la grandeza, profundidad y belleza de la Palabra Divina, y con el intento de aquellos de aprovecharse de Ésta para apoyar sus fines mezquinos o sus cosmovisiones erróneas.
En otras palabras: analizando la Biblia encontramos elementos moralmente poco edificantes: guerras de exterminio, matanzas, inmoralidades, nacionalismo exacerbado que pretende usar a Dios, etc. Esto es, evidentemente, "ruido" o "interferencias" humanas que hay que separar de la "señal" auténtica de Dios. Digamos que en la Biblia (como en cualquier otro libro religioso) los humanos, en nuestra miopía e ignorancia, a veces presentamos a Dios como ordenando o bendiciendo actos que evidentemente no pueden proceder de Él porque contradicen su Santidad y Grandeza. Debemos separar ese ruido de esa señal. Por no hacer bien esa distinción, los inquisidores católicos o protestantes, los actuales sionistas o los evangélicos del Pentágono pudieron y pueden hacer cosas como organizar guerras, torturar personas, fomentar las armas, tener esclavos, etc. y todo creyendo, al mismo tiempo, que están actuando de acuerdo con Dios, porque así lo presenta en ocasiones la Biblia.
(Más información en: http://lacasadelasabiduria.com/obras.php)
Amen.
ResponderEliminares una verdadera lastima que la mirada poco teologica y sin el toque del Espíritu Santo, se trate de disvirtuar la Palabra de Dios
EliminarAntaño como hoy Dios pretende comunicarse con nosotros, nuestras obras no son sino el vehículo que pueden ver los demás. No es preciso ser teólogo para poder hablar y todos estamos tocados por el espíritu santo. Es la teología de la excelencia lo que debemos practicar para poder escuchar cada vez mejor. Gabriel, la luz de tu obra y tu palabra nos hace falta, ilumínanos con el amor y la gracia toda tu vida. Amor infinito es Dios y lo somos y profesamos sus criaturas. Gracias.
ResponderEliminarBuena y consistente reflexión.
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