HIPATIA DE ALEJANDRÍA O LA HISTORIA FALSIFICADA
Contra lo que pretende la propaganda cinematográfica y literaria anticristiana (desde el deísta Voltaire hasta el agnóstico Carl Sagan, ambos anticristianos), que manipula esta historia, no fue un caso de persecución del pensamiento laico liberal o racional-iniciado por parte del oscurantismo religioso cristiano. En 1996, la historiadora María Dzielska, catedrática de Historia Antigua en Cracovia, publicó una extensa y documentada biografía sobre Hipatia de Alejandría, aclarando la verdad de los hechos narrados por las fuentes y las leyendas construidas en torno a ella.
Hipatia
era creyente en Dios (aunque pagana) y simpatizante de los cristianos; muchos
cristianos eran amigos y discípulos suyos (como su buen amigo, el obispo
Teófilo), y era protectora de sus estudiantes cristianos. En aquella época y
lugar hubo frecuentes matanzas y destrucciones de templos en que las víctimas
eran de todos los signos (paganos, cristianos, judíos). Además, los incidentes
se iniciaron en 391, cuando un grupo de paganos se atrincheró en el Serapeum y
mató a varios cristianos. Tampoco es verdad, ni mucho menos, que Hipatia fuera
despellejada, despedazada y desmembrada por los cristianos en una iglesia, como
se ha dicho calumniosamente. Esta versión absurda es propaganda
pagana-mitológica, como vemos en el hecho de que se parece demasiado a la
muerte de Penteo (Orfeo), tal como la narró Eurípides en “Las Bacantes”.
Lo
que ocasionó su muerte fue la lucha de poder entre dos “cristianos”, el obispo
Cirilo y el prefecto Orestes, que contaba con el apoyo de Hipatia. Para colmo,
ésta era odiada por las clases populares debido a que las despreciaba y sólo
admitía discípulos varones de clase alta y, como buena platónica, excluía a
las mujeres. No fue, pues, ese supuesto ejemplo de feminista; si fue virgen
hasta su muerte trágica, a los 61 años (y no en la juventud como nos la
presenta el cine anticristiano), no fue por consagrarse a su labor y prescindir
de los hombres, sino como practicante de la “sofrosine”, doctrina filosófica
que enseña el dominio de uno mismo a través de las virtudes entendidas como el
control de los instintos y las pasiones.
Nunca
fue la científica adelantada a su tiempo que nos ha querido hacer creer la
propaganda mediática. Tampoco el obispo Sinesio pudo ser el culpable de su
muerte, pues era su discípulo y la llamó[1]
“madre, hermana, maestra y bienhechora”; éste no pudo ser el traidor y cómplice
en el asesinato de la filósofa, ya que murió dos años antes que ella. De hecho,
la Iglesia no era enemiga del saber (así, preservó y acogió el conocimiento del
mundo clásico, por ejemplo a Platón o Aristóteles, que serían base de la
filosofía cristiana medieval). Por ejemplo, el obispo Sinesio era un buen
científico, que diseñó un instrumento para medir la densidad de los líquidos,
que, muchos siglos después, llamó la atención del célebre matemático Fermat.
Poco antes destacó como profesor de matemáticas Anatolio, obispo de Laodicea,
que sintetizó la obra del gran matemático griego pagano Diofanto.
Hipatia
jamás fue directora de la Biblioteca de Alejandría, ni ésta fue destruida por
los cristianos, sino por Julio César, luego por Aureliano en 273 y por
Diocleciano (perseguidor de los cristianos) en 297, emperadores paganos y
algunos anticristianos. Hipatia ni siquiera había nacido cuando dicha
biblioteca fue incendiada en cualquiera de las tres ocasiones. El cristianismo
fue perseguido hasta el Edicto de Milán en el 313, pero no fue oficial ni se
impuso hasta Teodosio (381). Por tanto es evidente que los cristianos no
destruyeron esta Biblioteca, ni el imperio romano era “cristiano” cuando esta
destrucción tuvo lugar. En realidad, los supuestos “cristianos” que asesinaron
a Hipatia también mataron a varios líderes cristianos. Además, ni la religión
pagana, ni la filosofía griega, ni las ciencias desaparecieron al morir Hipatia
ni por el triunfo del cristianismo; por el contrario, los mayores desarrollos
de la escuela de Alejandría tuvieron lugar en el s. VI (un siglo después de la
muerte de Hipatia), y el paganismo siguió existiendo en Alejandría hasta la
llegada de los árabes en el s. VII. Por su parte, los cristianos fueron los
conservadores y recuperadores (en la Edad Media y el Renacimiento) de la
filosofía platónica que profesaba Hipatia.
Las fuentes que aseguran que Cirilo
fue el instigador de la muerte de Hipatia son poco fiables, por falta de
imparcialidad: unas son textos que proceden de enemigos acérrimos de Cirilo,
como Sócrates Escolástico (s. V, un letrado al servicio del patriarca de
Constantinopla) y el hereje Nestorio, enemigo del patriarca de Alejandría,
Cirilo. Otras proceden de autores paganos que hacen apología anticristiana,
como el escritor pagano Damascio, que escribió “Vida de Isidoro”, una apología
del paganismo (s. V - s. VI). Y otras son de masones militantes reconocidamente
anticristianos y apóstatas (John Toland, activo militante del ateísmo en la
Gran Logia de Londres en 1720; Voltaire, Edward Gibbon, Leconte de Lisle,
etc.).
Por otra parte, es difícil que
Cirilo fuera el visceral antifeminista que nos muestra la propaganda atea:
precisamente Cirilo ha sido quien más ha exaltado, en la Historia de la
humanidad, la condición femenina, pues a él se debe la expresión “Theotokos”,
palabra griega que significa “madre de Dios”, para referirla a una mujer:
María, la madre de Jesús. Hasta aquel momento nadie en la Historia había
conseguido colocar a una mujer por encima de cualquier hombre.
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